lunes, 12 de abril de 2010

Al rico dinerito

En tiempos de crisis, la información económica cobra relevancia y uno se entretiene más leyendo todas las noticias referentes a la tasa de desempleo, fusiones o expedientes de regulación de empleo (tan numerosos últimamente). Muchas empresas se lavan la cara (muchas del sector de la comunicación) y bancos y cajas se reajustan para hacer frente al periodo de sequía que todavía nos queda por vivir.

Entre tanta información de actualidad, me llama la atención una de las últimas fusiones en el ámbito de las cajas de ahorro. Caja Navarra, Caja Canarias y Caja de Burgos estrechan lazos en algo que han llamado "Banca Cívica". Curiso nombre que pretende crear un modelo ejemplar que el resto de cajas debe imitar (dicho por el presidente del Banco de España).

Lo más irónico es que entre las características de esta nueva banca se incluye la eliminación de personas con intereses políticos dentro de los órganos de administración de estas entidades. Creo que todos tenemos reciente la polémica por el nombramiento del presidente de Caja Madrid, Rodrigo Rato; un asunto en el que claramente se mezclaron intereses políticos entre ayuntamiento y Comunidad de Madrid. Conflictos que se han terminado según el modelo de gestión de Banca Cívica: no podrán ostentar cargos dentro de la caja todas aquellas personas que ocupen puestos públicos o tengan una relación estrecha con algún gobierno o partido político.

Pero ahí no acaba todo. Uno de los aspectos que definen a cualquier caja de ahorro de nuestro país es que deben destinar parte de sus ingresos a la obra social. Pues bien, parece que serán los propios clientes de la Banca Cívica quienes decidirán a qué causa social quieren destinar parte de su dinero (como si fueran pequeños accionistas).

La gran pregunta es por qué este país ha tenido que esperar a una crisis económica para hacer cambios de este calibre. Siempre se dice que el sector de la banca debe ser privado y, en países como Estados Unidos, jamás se permitiría una intervención del estado. Pero en España se han tenido que reformar estatutos para evitar justamente los contrario: que sean los políticos y las administraciones locales, regionales y estatal las que metan sus narices entre billetes y acaben manejando el "cotarro" económico.

No sabemos si este nuevo modelo de cajas de ahorro dará buenos resultados; quizá no sea el definitivo. Pero parece un avance hacia la normalización de un sistema que nada lo más rápido que puede para no hundirse en el remolino de la crisis.

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