martes, 2 de febrero de 2010

Con la venda en los ojos


Ayer, noche de lunes, me senté delante del televisor para emprender un viaje a través de los múltiples canales de los que dispongo: generales, informativos, de cine, series, etc. No había mucho donde elegir. La oferta no es muy brillante, la verdad, pero al menos tengo varias opciones entre las que se incluye la de apagar el aparato y coger un libro. En ese momento, recordé una de las noticias de las últimas semanas: el Gobierno venezolano ha cerrado una de las grandes corporaciones audiovisuales del país (Radio Televisión Caracas) por negarse a emitir la propaganda gubernamental y los mensajes del presidente Chávez de forma gratuita. Y no es la primera vez que lo hace. Evidentemente RCTV no es afín a la “revolución bolivariana” que identifica al presidente. A veces se me olvida que la libertad de expresión no está garantizada en muchos países.
Este pensamiento me hace reflexionar sobre la concepción del poder que tienen algunos políticos. Hugo Chávez, por ejemplo, se erige como el padre de todos los venezolanos. Una concepción bien antigua que ya se ponía de manifiesto en la Edad Media con las monarquías absolutas. Me pregunto que pensaría Nicolás Maquiavelo si estuviese vivo. El gran estudioso de la política moderna, en la Florencia del siglo XVI, defendía que los fines políticos eran inseparables del “bien común”. Además, según sus escritos, el bien del Estado no debe ser supeditado al bien individual. Más vale un gobernante fuerte que uno débil, eso está claro. Pero no creo que el modelo ideal sea aquel en el que el jefe del estado crea que está por encima del bien y el mal, y su pueblo, pobres ignorantes, no saben lo que les conviene. Comparo a Hugo Chávez, por ejemplo, con Barack Obama. En principio parecen opuestos: Obama presenta sus iniciativas y, por el momento, parece que quiere gobernar con el apoyo de la mayoría de la población estadounidense. Evidentemente no puede gustar a todo su pueblo, pero sí puede crear un clima de convivencia y respeto, donde las libertades y derechos fundamentales sean respetados. La verdad es que no me gustaría vivir en Venezuela bajo el mandato de Chávez.
Cuando salgo de mi ensimismamiento, decido que mejor apago la tele y cojo mi libro. No me apetece verla ahora, pero sé que permanecerá ahí con todos sus canales cuando vuelva a sentarme en el sofá.

2 comentarios:

  1. Aquí nos quejamos porque no echan nada bueno en la tele, y en Venezuela porque no echan "nada"...

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  2. Aquí también hay cosas que hay pasar por coj.... Vease el discurso de Rey, quién es el guapo que dice no.

    Pero no llegamos a las cotas de Chávez. Y lo del rey en España no deja de ser un tradición navideña más.

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